El desafío de la continuidad
La cadena de ganados y carnes cerró el 2017 en crecimiento. Y desde el inicio de este año apunta a un proyecto productivo inclusivo con inserción mundial.
Argentina dejó atrás el 2017 y con él, quedaron varios puntos anotados a favor de la ganadería.
En primer lugar, se sumaron días de confianza donde el sector ganadero comenzó tímidamente a asomarse sin sentir de cerca la amenaza del garrote sobre la sien. Uno de los principales reclamos durante la década pasada fue la necesidad de previsibilidad, de contemplar las características biológicas de la actividad, y psicológicas de los productores. Hoy se escucha y comparte un diagnóstico común; objetivo cumplido.
Segundo, reglas claras de juego. En este punto, el avance desde lo institucional en el combate contra la informalidad, fue entendido como un punto clave para lograr condiciones de competencia equitativas para todos los jugadores. Pagos a cuenta de impuestos y cargas previsionales, instalación de cajas negras en palcos de faena, revisión de la figura cooperativista en plantas de faena, son algunas de las acciones concretas que colaboraron para comenzar a ordenar entre las capas del desorden instalado. Queda mucho por hacer, pero ya se empezó el trabajo, lo cual no es poco.
Tercero, emprender el regreso al mundo. En este sentido se entendió, por suerte, que "crecimiento y desarrollo" serán posibles si, y solo si, se logra trascender fronteras; caso contrario la ganadería volverá a caer más temprano que tarde en una nueva fase recesiva. Producir para unos 43 millones potenciales clientes, o hacerlo para 7 mil millones, esa es la cuestión. Parecería tarea fácil en principio, pero no lo es. Argentina no está sola en el mundo, compite con otros países y salir durante mucho tiempo del mundo nos restó competitividad. Nos mantuvimos jugando el torneo local, ahora el Mundial es otra cosa. ¿seremos los mejores?, puede ser, pero hay que demostrarlo.
Volver a generar el producto y encontrar el cliente es uno de los desafíos más importantes que vuelve a asumir el sector para este 2018. Varias veces escucho en nuestros grupos ganaderos "haría novillo, pero nadie me lo paga", "hoy el negocio corto es el que mejor margen me deja". Del otro lado de la tranquera se escucha "no puedo salir a vender lo que no tengo" o "ya estamos caros, no puedo pagar más que el precio del mercado". Todos planteos válidos, pero para salir adelante hay que empezar a construir con los Si y dejar atrás los No. Nuevamente, el proceso es lento, la capacidad de resiliencia del sistema ganadero se pone en juego todos los días.
A nivel macro, el 2017 dejó resultados satisfactorios que animan para seguir adelante. Volvimos a las formas más lógicas de la ganadería. Crecimos en producción, en consumo por habitante y en exportaciones, y todo a precio de oferta, con un asado creciendo muy por debajo de la inflación. Quedó atrás el excluyente "o" y asumió el complementario "y". Consumo interno y exportación, están de regreso.
Pero claro, no vivimos en el día a día de la macro ni de las buenas intenciones. Más allá del amor que uno pueda tener por la ganadería, cada jornada el productor/empresario quiere generar plata para consumir, ahorrar o invertir. En este sentido, el año dejó sinsabores. Mucho de lo que suele llamarse ilusión monetaria (tengo más billetes, pero puedo comprar menos) y poco poder real de compra, que es básicamente lo que nos interesa. Aquí la realidad estuvo por debajo de lo esperado.
La hacienda en pie creció en un 19% para la invernada y en un 15% para los novillos enviados a faena. Mientras que la inflación cerró el año en 25%. El conjunto de bienes y servicios de la economía creció por encima de los precios que definen el ingreso del ganadero. Sin embargo, las buenas expectativas contuvieron al sector. La amplia brecha entre la invernada y el novillo en el segundo semestre marca, exceptuando la estacionalidad, el ánimo del sector hacia adelante. Las decisiones presentes se toman en gran parte de acuerdo a nuestra perspectiva, racionales o irracionales, sobre el futuro.
De cara al 2018, los desafíos se repiten y eso habla de un sector saludable que, de a poco, construye su continuidad y largo plazo. Un crecimiento sostenible, y anticíclico, requiere de un trabajo hacia afuera con mayor intensidad para satisfacer las condiciones sanitarias que hoy los principales importadores del mundo exigen, y generar acceso a nuevos clientes con aranceles competitivos para nuestros productos. Implica ganar competitividad genuina (superadora al tipo de cambio): reducir costos, adecuar cargas impositivas, mejorar logística e invertir en una infraestructura acorde a las demandas de los tiempos modernos.
Con un acompañamiento benigno desde lo institucional, la eficiencia organizacional será fundamental para definir el éxito o fracaso de nuestro negocio. En este aspecto queda mucho por mejorar. Para alcanzar un crecimiento inclusivo, donde todos ganen, es necesario producir más y mejor, y ello exige cambiar los métodos tradicionales, abandonar la zona de confort.
La recría será la clave 2018 para producir kilos baratos y sentar las bases para generar el novillo que el mundo demanda, caso contrario, el mercado se saturará pronto con categorías de cabotaje, y los precios caerán. En este punto es necesario la labor de los organismos de promoción para naturalizar la carne de novillo en las carnicerías y lograr una integración más rentable de la res. La eficiencia tiene que ser global, desde el campo a la mesa, con el compromiso de todos.
(Más información en revista Chacra impresa de febrero 2018)