Hortalizas injertadas como una alternativa productiva sustentable
Se trata de una técnica que permite tener un mayor vigor en el crecimiento de la planta, mayor producción y resistencia o tolerancia a ciertas enfermedades tanto del suelo o sustrato como de la parte aérea.
La técnica del injerto de hortalizas consiste en la unión de dos plantas afines en la que se aprovechan las características de la raíz de una ellas, utilizándose como pie o portainjerto, sobre la que se injerta la variedad (copa) cuyo producto se desea cosechar, explican desde el INTA.
Analía Puerta, coordinadora del proyecto "Tierra Sana" e investigadora del Instituto de Floricultura del INTA dio precisiones.
Se trata de una de las alternativas sobre las que trabaja el proyecto "Tierra Sana" que lleva adelante el INTA junto con la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Dicho proyecto se originó cuando la Argentina adhirió al tratado internacional denominado Protocolo de Montreal y se comprometió, junto con más de 180 países, a reemplazar las sustancias que dañan la capa de ozono. Entre dichas sustancias se encuentra el bromuro de metilo, utilizado tradicionalmente para el control de plagas presentes en los suelos y sustratos de cultivos intensivos.
De acuerdo con Puerta, "dado que el uso de desinfectantes químicos de suelos y sustratos como el bromuro de metilo, causan daños evidenciados científicamente, se evaluó la técnica del injerto como una alternativa de sustitución o complemento al uso de desinfectantes químicos u otras alternativas como la solarización y biosolarización".
Si bien la tecnología del injerto fue desarrollándose lentamente en el país por diversos motivos socioeconómicos y culturales, los beneficios de su implementación siguen vigentes y representa una alternativa eficiente para la producción hortícola local.
De acuerdo con Puerta, "los injertos pueden hacerse de manera industrial o casera y en ambos casos pueden generar puestos de trabajo en el sector". La coordinadora de "Tierra Sana" indicó que "existen materiales genéticos que pueden ser multiplicados o colectados por el productor y servirían como pie, incluso ampliando la base genética que se utilizaría en los invernaderos hortícolas y de esa manera contribuirían a la sostenibilidad de la práctica".
El uso de injertos se complementa muy bien con la técnica de biosolarización. La adopción de estas técnicas necesariamente debe ser parte de una gestión integral del productor, donde esté claro que quiere obtener hortalizas con bajo niveles de agroquímicos, producidas con técnicas de bajo impacto ambiental. Esto le permitirá también comunicar a los consumidores que está trabajando con estos objetivos para posicionar mejor su producto en el mercado.
El INTA lanzó recientemente el libro "Hortalizas injertadas: Una alternativa que contribuye a la producción sustentable", desde el que se difunden los resultados de diversos trabajos de investigación, extensión y experiencias productivas que demuestran la eficacia de esta práctica y que corroboran los resultados encontrados en otros países.