Ganadería

Megatérmicas al rescate

Las pasturas megatérmicas son una alternativa muy interesante para suelos salinos y sódicos. Aquí pautas de manejo para lograr altas productividades en ambientes limitados

INTA Gral Villegas
29 de Julio de 2014

En la República Argentina hay aproximadamente 85.000.000 ha afectadas por exceso de sales y sodio, incluyendo los ambientes áridos y semiáridos (Szabolcs, 1979). La información provista por la FAO (2000) indica que Argentina posee aproximadamente 600.000 hectáreas de suelos bajo riego afectadas por problemas de salinidad y es el tercer país, después de Rusia y Australia, con mayor superficie de suelos afectados por sales en el mundo. 

A diferencia de otros países que poseen suelos afectados por sales en climas áridos y semiáridos, en Argentina también existen enormes extensiones de estos suelos en climas húmedos y subhúmedos (Taboada et al., 2003), donde las sales provienen de las capas freáticas, predominando una dinámica climática e hidrológica más compleja y difícil de modelizar. 

La importancia del hidrohalomorfismo (exceso de sales y condiciones de anegamiento) en regiones húmedas y subhúmedas de Argentina lo demuestra la superficie que afecta en la Pampa Deprimida del centro-este bonaerense (9 millones de hectáreas) y noroeste bonaerense (2,5 millones de hectáreas) (Taboada & Lavado, 2009). Lo anterior, muestra que la salinización de los suelos de la Argentina es una problemática de importancia y que además, posee un impacto en las actividades productivas, sociales y ambientales altamente negativo. 

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS FORRAJERAS MEGATÉRMICAS 

Las gramíneas forrajeras tropicales o megatérmicas, son originarias de África y a menudo se las conoce como especies de tipo Carbono 4 (C4). Fisiológicamente, las especies C4 son más eficientes en la captación de CO2 cuando la concentración de este compuesto es baja, condición que se presenta con temperatura e intensidad de luz altas (Sage, 2004 citado por Stritzler, 2008). Además, estas especies tienen mayor resistencia estomática a la pérdida de agua (Wentworth, 1983 citado por Stritzler, 2008). 

Como consecuencia, en ambientes semiáridos las especies C4 son muy eficientes en el uso del agua y del nitrógeno (Ehleringer et al., 1997 citado por Stritzler, 2008). Así, la fotosíntesis en plantas C4 puede ocurrir bajo condiciones de estrés térmico e hídrico, cuando la fotosíntesis en especies de tipo Carbono 3 (C3) estaría limitada. Debido a estas características, las especies megatérmicas se utilizan ampliamente como recurso forrajero en regiones del norte de la Argentina, ubicadas por encima de la isoterma de los 21 ºC (regiones de Santiago del Estero, Chaco, Formosa, Catamarca, entre otras provincias). 

Estas especies (Chloris gayana, Panicum coloratum, Digitaria eriantha, Brachiaria brizantha, entre otras) se caracterizan por presentar una marcada estacionalidad en su producción, lo que determina un exceso de forraje en el período estival y un déficit en invierno (Pueyo & Chaparro, 2006). Para la región de la pampa arenosa, las especies megatérmicas cultivadas más evaluadas y mejor adaptadas son: Panicum coloratum (“mijo perenne”) y Chloris gayana (“Grama Rhodes”). 

El mijo perenne presenta dos variedades botánicas diferentes: Panicum coloratum L. var. makarikariensis (“pasto makarikari”) y Panicum coloratum L. var. coloratum (“Klein verde”). El primero, tolera suelos deprimidos, con excesos de humedad, compartiendo los ambientes recomendados para las especies templadas: festuca alta, Lotus tenuis y trébol blanco y el segundo a zonas más frías y secas pero no anegadas. 

En general, en los experimentos del norte de la provincia de Buenos Aires donde el agua permanece pocos días el “Klein verde” se logra mejor y produce más que “pasto makarikari “. Si el suelo se inunda puede ser este último la mejor alternativa dentro de las tropicales. Las dos variedades son moderadamente tolerantes a sales, aunque “ pasto makarikari “ soporta levemente más a este factor abiótico (INTA. Proyecto Regional Ganadero, 2008). Chloris gayana (“Grama Rhodes”) es una de las especies más tolerantes a la sequía y a la salinidad (Bogdan, 1969; Taleisnik et al., 1997). 

Dentro de esta especie, existen variedades diploides y tetraploides. Las variedades diploides son más subtropicales y por lo tanto más tolerantes al frío y se clasifican en tres “tipos”: “Pioneer”, “Katambora” y “Japonés”. El “tipo Pioneer” es el más adecuado para implantarse en los suelos sódicos-alcalinos del norte de la provincia de Buenos Aires, sin embargo el “tipo Katambora” que es de hojas, tallos y estolones mas finos son menos “matosos” y persisten sobre suelos menos fértiles (INTA. Proyecto Regional Ganadero, 2008). 

Las variedades tetraploides son más tropicales que las diploides, menos adaptadas a la salinidad y a su vez se clasifican en “tipos”: “Gigantes” y del “este de África”. 

A continuación, se ofrecen pautas generales sobre implantación, producción, calidad, fertilización y utilización de especies forrajeras megatermicas para la región de la pampa arenosa, basadas en resultados de experiencias realizadas en el centro, norte y noroeste de la Provincia de Buenos Aires, conducidas en suelos sódicos (PSI: 20-30), de elevada reacción alcalina (pH: 8.5-9.3) y baja salinidad (CE: 0,2-2,5 dS m-1), entre los años 2007 y 2011. Si bien a la fecha no se cuenta con un cúmulo importante de información que permita conocer el comportamiento productivo de estas especies, su distribución estacional de la producción, su persistencia y la tolerancia a bajas temperaturas invernales, dado el estado actual del conocimiento, la información presentada en los párrafos siguientes resulta de relevancia para la toma de decisiones productivas. 

IMPLANTACIÓN 

La época de siembra favorable se encuentra entre mediados de octubre y principios de diciembre, cuando las temperaturas de suelo superan los 15 º C. La densidad a sembrar dependerá de la calidad de la semilla, la cual es muy variable, por lo cual se recomienda realizar el análisis previo a la siembra. El objetivo es lograr un número de al menos entre 30 a 50 plantas por metro cuadrado, para ello, se recomienda sembrar un numero de 250 a 300 semillas viables por metro cuadrado. Las experiencias locales indican que la siembra debe realizarse en directa, previo control de la vegetación natural existente con herbicidas de acción total, cuando las especies naturales están en actividad. Cuando se elimina la cobertura vegetal por laboreo, los suelos en posiciones deprimidas del relieve son susceptibles de sufrir procesos de acumulación de sales en superficie, por el ascenso capilar de agua freática con alta concentración de sales solubles. Además, el laboreo destruye la estructura y genera encostramiento superficial en los suelos sódicos. Estos encostramientos dificultan la emergencia de las plántulas y disminuyen la infiltración del agua de lluvia. En cuanto a la distribución de la semilla, es muy difícil lograr uniformidad en la distribución de la semilla pura sin mezclarla con algún material inerte (sulfato de calcio, otras semillas sin poder germinativo) que ayude a que la masa de semillas no forme cárcavas en la sembradora y se produzcan atascamientos o no corra la semilla. Otro factor que puede definir el éxito o fracaso de la implantación es la profundidad de siembra. Se recomienda que la misma sea superficial debido al tamaño pequeño de la semilla de todas las megatérmicas comúnmente usadas, siendo importante que esta esté en contacto con el suelo. 

COMPORTAMIENTO PRODUCTIVO 

Las experiencias llevadas a cabo en el centro y norte de la provincia de Buenos Aires, con materiales como Panicum coloratum (“Bambatsi” y “Klein verde”) en Pergamino (Scheneiter et al., datos no publicados), Chloris gayana “Pioneer”, “Top cut” y “Finecut” en 9 de julio (Carta & Richmond, datos no publicados) y “Pioneer” y “Finecut” en General Villegas (Bandera, datos no publicados), permiten sugerir que pueden disponerse de 4 o 5 aprovechamientos durante el ciclo de producción, con rendimientos que pueden variar entre 4.000 y 6.000 kg. de materia seca has, distribuidos entre diciembre y abril, dependiendo del tipo de suelo, condiciones climáticas (temperatura y principalmente precipitaciones) y fertilización nitrogenada. 

FERTILIZACIÓN 

En la implantación, es conveniente el empleo de fertilizantes nitrogenados para lograr un rápido establecimiento, ya que la gran mayoría de los suelos sódicos poseen bajos contenidos porcentuales de materia orgánica (0,8-1,4 %). Estos bajos contenidos de materia orgánica, se deben a la solubilización de la materia orgánica que migra hacia la superficie del suelo por ascenso capilar (perdida), por formación de complejos humus-sodio (humatos sódicos). Por otro lado, una experiencia llevada a cabo en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, demostró que la fertilización nitrogenada con urea al inicio del ciclo de crecimiento, permitió incrementar significativamente la acumulación total de forraje de Panicum coloratum y Chloris gayana. 

UTILIZACIÓN Y CALIDAD DEL FORRAJE 

El momento de realizar el primer aprovechamiento debe ser en el otoño siguiente al año de siembra de la pastura, dejando un remanente de forraje que ayude a atenuar las bajas temperaturas invernales que se presentan en la región. Los aprovechamientos posteriores, deberán realizarse con adecuadas condiciones de “piso” (suelo firme) y dejando área foliar remanente, sobre todo en el último aprovechamiento de otoño, para entrar al invierno con una acumulación de biomasa que permita atenuar los efectos negativos de las bajas temperaturas invernales. Para no perder la calidad del forraje, se recomienda evitar el retraso del aprovechamiento, ya que las altas tasas de crecimiento durante el periodo estival, deprimen rápidamente la calidad, al producirse abundante cantidad de hidratos de carbono estructurales debido al pasaje al estado reproductivo. Por otro lado, si se decide diferir el forraje acumulado en pie para la estación invernal, también disminuirá la calidad del forraje, más aun en “Grama Rhodes”. 

CONSIDERACIONES FINALES 

La incorporación de especies megatérmicas perennes en suelos afectados por sales, no solo es una alternativa para contar con forraje disponible en los meses estivales, sino también, a partir de la generación de biomasa radical, contribuir a un mayor consumo de agua, mejorar la estructuración del suelo e incrementar el lavado de sales. Adicionalmente, tanto el desarrollo radical como la cobertura del suelo generada por la biomasa aérea, son estratégicos para la disminución del ascenso capilar de sales solubles hacia la superficie, aspecto clave en el manejo y recuperación de suelos afectados por sales.

Por Ramiro Bandera

Tomado de Agroconsultasonline











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