¿Cómo estamos y adónde vamos?
31 referentes de la agroindustria argentina debatieron en Chacra sobre el cambio. Consensos y discrepancias sobre el camino al desarrollo
“Satisfacción”, “confianza”, “expectativas”… Incontables palabras cargadas de sentido positivo, brotaron con espíritu liberador desde las mentes, y los corazones, de 31 referentes reunidos por Chacra para analizar el nuevo escenario agropecuario tras las primeras medidas del gobierno de Mauricio Macri.
Como también afloraron otros vocablos más ligadas a la responsabilidad, como “desarrollo”, “arraigo” “pobreza”, que explicitaron la conciencia de que el desafío no está libre de piedras en el camino. Pero el optimismo está retemplado en la mayoría de los principales protagonistas de la agroindustria argentina.
“Ahora no tenemos la ‘excusa’ de que no nos dejan…”, coincidieron varios de los que participaron, muchos de los cuales no requieren presentación, entre dirigentes de entidades gremiales y técnicas, ejecutivos de cámaras, de cadenas de cultivos, académicos públicos y privados, ex funcionarios, agentes de bolsa, representantes de empresas líderes, nacionales y extranjeras, y hasta un joven ingeniero agrónomo que impulsa mejoras socio-económicas en las áreas rurales más vulnerables del norte de nuestro país.
La foto es la mejor descripción de la alta representatividad lograda, en un encuentro de figuras que más allá de esta nota, pretendió ser una invitación al diálogo y al intercambio de ideas para el desarrollo.
En esta suerte de espejo numérico, que contrapuso las 13 propuestas del plan agropecuario macrista (Chacra, edición diciembre) con el grado de conformidad que van generando como medidas concretas en 31 líderes de opinión, no todo fue coincidencia, claro.
Incluso las diversas menciones al políticamente correcto concepto de agregado de valor configuraron una sutil paradoja, porque algunos de los más fervientes críticos del kirchnerismo, como Luis Miguel Etchevehere y Gastón Fernández Palma, enarbolaron esa bandera tan cara al sentimiento “nacional y popular” desde la vocación de generar empleo. Y Felipe Solá, un peronista siempre atento a la inclusión social que en la previa al ballottage se mostró más afín a Scioli que a Macri, consideró que “la cadena agropecuaria argentina ya tiene buenas dosis de valor agregado. Estamos confundidos, no necesitamos otro tipo de agroindustria”.
Es interesante cómo los puntos de conexión se cruzaron en varios sentidos. Porque así como Rodolfo Rossi, presidente de Acsoja, remarcó la importancia de agregar valor en origen, diferenciando zonas agroecológicas que se integren por cadenas productivas, coincidió con el ex gobernador bonaerense en el deber de “formular entre todos una política agropecuaria (ver recuadro La necesidad de una estrategia común) que combine el crecimiento de cada uno de los sectores y articule una mayor integración entre ellos”.
Dicho sea de paso, en esta articulación se configuró una aleatoria postal, bastante simbólica de la jerarquizada trayectoria de los protagonistas de esta nota. Porque además del líder de la Sociedad Rural Argentina y del médico que presidió tanto Aapresid como Maizar, Rossi es uno de los principales breeders mundiales de la oleaginosa, en especial a partir de la autorización de las variedades transgénicas, firmada en 1996 por Solá, por entonces el principal funcionario agropecuario del país.
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