Hay un dato de la realidad las elecciones del año 2021, han sido la de menor asistencia de votantes desde 1983 a la fecha . Es un dato eminentemente político que la dirigencia parece no tomar nota.
Hubo antecedentes en elecciones provinciales, en San Juan sufrago el sesenta por ciento de sus habitantes (60%), el domingo último en las PASO en la provincia de Mendoza concurrió a votar el sesenta y cinco por ciento (65%), en Tierra del Fuego el voto blanco fue la alternativa que salió en segundo lugar con el veinte por ciento(20%).
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La pregunta a realizar entonces es si quienes hacen política no están atendiendo la gravedad del mensaje o si no les preocupa demasiado porque su ZONA DE CONFORT, con más o menos respaldo electoral no está en riesgo.
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Porque les pese a quien les pese, la incomoda situación en que se encuentran los que producen o ya no lo hacen, los que trabajan o ya no lo hacen, los que estudian o ya no lo hacen, no son preocupación para la política.
La preocupación tanto en el oficialismo como en la oposición es buscar argumentos o relatos cada vez más creíbles de que la culpa la tiene el otro.
Y quien es el otro, el otro es el predecesor inmediato por las deudas dejadas, por los horrores de la política internacional, por la corrupción de su gestión, por el manejo discrecional de la justicia.
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El paradigma de la política actual se resume en que ante la presencia de un problema, cualquiera sea su característica no se puede perder un segundo en la búsqueda de una solución ya que nos distraería en la búsqueda de un culpable.
Esta realidad va lijando elección tras elección la representación de nuestros dirigentes. Sin embargo ellos siguen montando sus shows mediáticos, se investigan, se pelean y al final de la jornada se retiran a esperar la próxima contienda, confortablemente satisfechos y satisfechas.
Lo que se viene profundizando es que la ZONA DE CONFORT no es un plan sino es un sistema.
Elección tras elección desde la recuperación de la democracia la participación ciudadana viene disminuyendo, del mismo modo viene ascendiendo la pobreza, la del mal endémico de la inflación y siguen las cifras.
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Esta zona de confort es compartida por los medios de comunicación, cada vez más embanderados en una u otra corriente y el sistema de justicia que ha desarrollado un olfato para detectar el dulce olor de las rosas de la victoria o el mortuario olor de las calas de la derrota.
Junto con ese olfato una experiencia de los años transcurridos que le dice que es mejor y más seguro cualquier proceso largo que sea a cualquier condena por corta que resulte.
Seguimos transitando los enfrentamientos entre poderes, opositores pidiendo explicaciones y oficialistas meneando el lawfare y aquí no ha pasado nada ya que la judialización de la política y la politizaci0n de la justicia, los ciudadanos sienten que se sigue castigando a las instituciones.
De los cuatros ex presidentes vivos que tiene nuestro país Maria Estela Martinez de Perón, Eduardo Duhalde, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, la vicepresidenta con condena y el líder del PRO procesado, cabe esperar que los procesos sean eternos.
Ni culpables ni inocentes, sospechosos y por transitiva sospecha la institución que representan.
Transitamos una etapa que a excepción de los que caminan por la zona de confort, la gran mayoría transita por una peatonal en que de norte a sur y de sur a norte los caminantes se entrecruzan unos con otros.
Por ahí caminan aquellos que todavía apuestan al valor del voto y aquellos otros que sin descreer del sistema ya no confían en sus protagonistas.
La ZONA DE CONFORT puede parecer eterna, pero ni el más estoico de los mortales se queda en su zona de incomodidad para siempre.
Si el principio de acción y reacción es comprobable en la física, en la vida de los pueblos más que un principio es un destino.