Editorial

Sectores del campo van a padecer esta mala idea

Implementar un congelamiento de precios implica caer en una medida que se ha utilizado muchas veces antes, con resultados peores que aquello que se intentó corregir. Leche, carnes y en menor medida granos ingresando a un universo sin sentido.

Claudio Gianni
17 de Octubre de 2022

Implementar un congelamiento de precios implica caer en una medida que se ha utilizado muchas veces antes, con resultados peores que aquello que se intentó corregir. Leche, carnes y en menor medida granos ingresando a un universo sin sentido. 

De a poco las políticas del Ministerio de Economía van volviendo a los viejos errores. La Argentina tiene una larga historia en materia de congelamiento de precios, y también una inevitable seguidilla de fracasos con este tema desde los años 50 hasta nuestros días. El punto es que el ala dura de la coalición de gobierno es la que detenta el poder real, y ama esta herramienta a pesar de su probada inutilidad. 

Es cierto que la inflación actual es sencillamente vergonzosa, Incluye al país en la lista de las naciones con esquemas económicos más frágiles y en algunos casos disparatados. También es verdad que el precio más alto lo pagan los habitantes que no están bajo el paraguas de un sindicato poderoso. Los que pertenecen a pymes que aprovechan la volada o bien están sujetos informalmente a su lugar de trabajo y no tienen dónde quejarse. 

Pero no menos real es que el problema es de larga data, que nada se hizo en los últimos años y que el apuro aparece justo en la recta final hacia las elecciones de 2023. A decir de algunos especialistas, la reacción es tardía y equivocada. Mucho tienen que ver las profundas diferencias entre las tres cabezas del grupo gobernante.

Con sus deformaciones, que las tiene, Massa intentó estructurar un mínimo orden fiscal y monetario, pero la ruta aparece ahora bloqueada. Es más, con un oficialismo alarmantemente distanciado y festejando una de sus fechas fetiche por separado, se esperan este lunes acusaciones cruzadas de diverso calibre. Difícil que esto pueda funcionar en tales condiciones.

Algunas fuentes atribuyen la idea del congelamiento de precios al gobernador de la provincia de Buenos Aires, que estaría fungiendo además como el contralor de los movimientos de Massa. Tiene línea directa con quien detenta el máximo poder dentro de la entente gobernante, y ejerce su rol sin miramientos. Así aparece la idea de precios acordados con ciertas empresas, que se mantendrían por 90 días.

Se habla de premios y castigos, de anclar expectativas. Sin dudas este último punto es muy importante, aunque no se lograría por este camino sino a través de una profunda reducción del déficit fiscal y el final de la emisión desmedida, entre otras medidas. Massa lo reconoció, pero parece que tendrá que hacer otra cosa, al menos por ahora. No es quien manda. Es increíble que no se comprenda el error, cuando movidas como "Precios cuidados" tienen ya un faltante en góndola alarmante.

Aunque los sectores protegidos de la economía nacional muestran las subas más detonantes, la movida de los precios congelados carga las tintas sobre los alimentos. Verduras y legumbres, frutas, aceites, grasas y lácteos, y muy probablemente haya que incluir a las carnes. Directamente o a través de muchos alimentos elaborados a partir de estas materia primas.

Es lamentable que no se entienda que los commodities agrícolas se rigen por oferta y demanda desde que el hombre pisó esta Tierra. No hay forma de fijar precios sobre ellos o los productos que se elaboran con ellos sin terminar causando desabastecimiento. Nadie vende su trabajo por debajo del precio de mercado y a pérdida. Y la consecuencia secundaria de esta pretensión es el desaliento para quien produce, reaseguro de futuras carencias que se pagan después muy caras. Pasó alguna vez con la hacienda y también con el trigo.

En Economía dicen que al mismo tiempo se avanzaría con medidas destinadas a ponerle freno al aumento del gasto y a reducir el déficit fiscal, pero parece difícil mientras el ala dura de la coalición y las urgencias para asegurar votos dicten otra cosa. Por lo pronto, el mercado cree que la inflación no bajará del 90% en 2023. Todos piden a gritos un plan de estabilización, que no llega y que claramente no marida en lo más mínimo con los dueños del poder verdadero dentro del gobierno. Y eso que aun no se ha visto todo respecto de 2023. ¿Quién va a impedir un nuevo Plan Platita, más nuevas jubilaciones sin aportes previos y otras cuestiones similares?

El campo le dio alivio a las reservas del Central de la mano del dólar soja. Pero no sería demasiado duradero. Por lo pronto, más de 2.000 posiciones arancelarias pasen al sistema de licencias no automáticas. Hacerse de los insumos para producir se irá poniendo más duro.

Muchos recuerdan a Gelbard y su intervención en la formación de precios. Bajó la inflación, pero al poco tiempo la falta de consistencia con una política monetaria y fiscal razonables generó tensiones, junto con el retraso en las tarifas y el tipo de cambio. Todo terminó en el Rodrigazo. La lista de ejemplos negativos es interminable.

El congelamiento de precios trae distorsión en la demanda, presión sobre los costos, disputas entre diferentes eslabones de la cadena, distorsiones entre canales de ventas, y el mencionado riesgo de desabastecimiento. No sirve que sea temporario. A decir de un especialista, el asunto es salir del sistema, que es cuando se vuelcan de golpe todos los aumentos contenidos durante 90 días.

La movida del gobierno parte del concepto errado de creer que los formadores de precios son los únicos responsables del desaguisado inflacionario, cuando el Estado y su desaprensivo manejo de las finanzas públicas es el verdadero padre de la criatura, aunque se niegue a reconocerla formalmente. 

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