Las economías regionales sufren, otra vez, para financiar el consumo
El retraso cambiario es el principal motor de la demanda en cada vez más rubros; desde la venta de inmuebles y autos hasta el turismo emisivo y las compras de entradas para espectáculos.
Las operaciones en dólares, o las más estrechamente ligadas a esta moneda, son las únicas que mostraron tasas de crecimiento reales, en algunos casos importantes, en lo que va del año. El fenómeno, según los analistas, resultó clave para dar forma a una recuperación de la economía mediocre e incluso hasta imperceptible para la apreciación de vastos sectores de la sociedad.
Se trata de una reactivación que ya comenzó a reflejarse en las estadísticas, pero deja escasas huellas en la calle, razón por la cual contrasta más con los últimos estímulos de la demanda que el Gobierno intentó sostener aun cuando la oferta no siguiera el paso.
La economía argentina es bimonetaria desde hace largo tiempo, es decir, funciona con dos monedas: el peso, que es el que más circula y se usa con fines transaccionales, y el dólar, que asumió de hecho la función de reserva de valor.
Esta característica, que convierte a la economía en víctima de la ley de Gresham, se ha ido fortaleciendo con el paso de los años. Thomas Gresham fue un comerciante y financista inglés que trabajó para el rey Eduardo IV y por aquellos años postuló que cuando en un mercado circulan dos monedas, la "buena" suele desplazar a la "mala".
"Lo que se observó hasta ahora en el año es que el consumo masivo no repunta, mientras la demanda de bienes dolarizados creció fuerte, producto de la percepción de un dólar barato en un contexto de reapertura comercial tras la eliminación del cepo", observó Lorenzo Sigaut Gravina, economista de Ecolatina. "En general, la recuperación del consumo es clave para acelerar el ritmo de expansión de una economía, pero en nuestro país sólo se observa una mejora del gasto de las familias asociado a bienes y servicios importados o que se consumen en el exterior, por lo que el impacto sobre el aparato productivo local es muy acotado", señaló.
La foto que refleja la macro muestra acabadamente estos contrastes. El frío se mantiene en góndolas y mostradores minoristas, lo que minó la confianza de los consumidores, que ven que, contra lo esperado, su dinero no rinde, en especial tras el rebrote inflacionario que encareció a un ritmo del 2,5% promedio la canasta de bienes y servicios en los últimos tres meses.
La última medición de la consultora Kantar World Panel, por caso, detectó que las ventas en volumen de alimentos, bebidas y productos de higiene personal y limpieza cerraron el primer cuatrimestre del año con una baja del 4%, básicamente por el porrazo del 7% que se pegaron en abril. Pero lo más trascendente es que el ajuste en las compras fue común en todas las clases sociales, aunque mayor en los sectores de menores ingresos.
La contrapartida es que, en paralelo, siguen mostrando una fuerte recuperación las ventas de inmuebles (las franjas más dinámicas correspondieron a las operaciones de mayores montos) y los patentamientos de autos (30%), con los importados liderando cómodos (suben casi 60% anual). Y se mantiene elevada la exportación de consumos, al seguir creciendo en número y gastos el turismo emisivo, igual que las compras de dólares para atesoramiento.
¿La expectativa? La sólida recuperación que comienzan a mostrar los datos de empleo privado debería ayudar a homogeneizar el rebote incorporando progresivamente el consumo", opinó el consultor Federico Muñoz, para quien si bien es cierto que la recuperación de la economía es mucho más mediocre que experiencias recientes, también lo es que "muestra sustentos más sólidos".