El secreto de su sorgo
Un especialista brindó una completa exposición sobre el cultivo, el desarrollo de lo que son doble propósito, el retorno del granífero y el crecimiento del silero.
Una jornada a campo sobre sorgo sonaba más que interesante, porque no es tan común hablar sobre este cultivo, que al formar parte de la campaña gruesa queda muchas veces opacado por la soja y el maíz. Será por eso que entre los asistentes al establecimiento La Lucre, ubicado a unos 40 kilómetros campo adentro de Alto Pelado y al que se llega luego de transitar un camino lleno de guadales con soja y maíz a ambos costados, hayan asistido una veintena de alumnos de la carrera de Ingeniería Agronómica de la Universidad Nacional de San Luis, sede Villa Mercedes. Al resto del auditorio lo compusieron varios productores de la zona, los empleados de Espartaco Bailleres, el dueño del campo, algunos profesionales reconocidos como los ingenieros agrónomos Ramiro Goncálvez y Marcelo Bongiovanni, quien llegó con los estudiantes universitarios ya que es profesor de la casa de estudios.
La charla la condujo, con tono ameno, Horacio Bienzobas, gerente de Marketing y Ventas de Argenetics, una semillera instalada en Colón, provincia de Buenos Aires, que encontró un buen nicho con el sorgo y está tratando de expandirse hacia el semiárido. Para los ensayos contó con la colaboración de Bailleres y de Goncálvez, quien dirigió la siembra y fue uno de los que convocó a la reunión y se encargó de la logística.
El ensayo fue llevado a cabo en una pequeña porción de las 6.000 hectáreas que tiene La Lucre, un campo muy conocido en la zona por su nombre anterior: San Martín del Alto Negro. Allí Bailleres tiene extensos campos de soja y maíz más un feedlot flamante, todo en un ambiente históricamente seco (400 milímetros al año), pero que en los últimos dos años está haciendo sonreír a los productores, con lluvias que superan los mil milímetros y grandes rindes, casi milagrosos en el medio de la nada.
Una máquina aplanó el ingreso al campo de sorgo, que lucía plantas de hasta tres metros, según la variedad. Justamente ése era el punto al que quería referirse Bienzobas, para destacar que el cereal tiene diversos usos y es muy útil para los productores, tanto agrícolas como ganaderos. “El sorgo es una excelente reserva de forraje, que es su misión principal. Lamentablemente perdió terreno en su utilización como granífero contra los avances tecnológicos de otros cultivos, eso redundó en menos inversión para investigaciones porque había caído mucho la superficie sembrada. Llegó a reducirse a 200 mil hectáreas y hoy está resurgiendo, porque hay más de un millón”, resumió el ingeniero agrónomo.
Otros tipos de sorgo son el silero, que es el que sirve para picar; y el granífero, del que se utilizan los granos y es el más caro en todo el proceso del cultivo. El productor argentino lo sigue prefiriendo como forrajero, para transformarlo en pasto para que coma el ganado.
“Como forrajero viene oscilando entre las 800 mil y el millón doscientos mil hectáreas, siempre siguiendo los avatares de la ganadería”, agregó Bienzobas, quien remarcó que “como es un cultivo rústico y de excelente adaptación a las sequías, siempre le dan el peor lote. Pero fue el primer híbrido, después vinieron el girasol y el maíz, y el próximo será la soja”.
La Argentina volvió a hablar seguido de sorgo un año y medio atrás, cuando se firmó un protocolo de exportación con China, lo que hizo crecer la superficie sembrada. Además, es una mejor reserva forrajera que el maíz, pero el gerente de Argenetics advirtió a los productores sobre un error clásico: “Se copian los modelos de la Zona Núcleo, sobre todo en maíz, y acá en San Luis no van, entonces aparece el sorgo, sobre todo el que tiene doble propósito, que es forrajero y para grano”. Bienzobas aseguró que “todo cultivo de granífero en la Argentina es doble propósito, son más bajos y las hojas se dirigen a la panoja principal”.
Sobre la época de siembra, aseguró que “depende de la temperatura del suelo, necesitamos 18 grados”. El primer ejemplo que mostró es el de la variedad Fortín Colón, uno de los más reconocidos de la semillera bonaerense, un sorgo típicamente forrajero. Como el resto, había sido plantado el 23 de diciembre del año pasado y en su caso el expositor mostró que le habían hecho “un corte para favorecer el rebrote, que sirve para pastorear. Algunos lo usan como diferido, pero no estamos de acuerdo por la demanda de fibra. En el norte es un sorgo de cobertura del suelo”.
Consultado por un productor sobre cuestiones relacionadas a la densidad, Bienzobas dijo que “no hay secretos, depende dónde estamos parados. El sorgo compensa, si te quedás corto siempre hay rebrote, pero lo normal son entre 120 y 130 mil plantas por hectárea”. El piso de densidad en sorgo es de 80 a 100 mil plantas por hectárea, aunque el especialista aconsejó tratar de sombrear toda la superficie cultivable. “El máximo son 180 mil plantas, si es más correrán un riesgo porque el nitrógeno lo devolvés más fácil haciendo una buena rotación, pero el fósforo no es tan fácil”.
Tras el análisis del Fortín Colón, el auditorio pasó al ensayo vecino, realizado con un sorgo doble propósito que la firma comercializa bajo el nombre de Argensor 151 DP. “Tiene menos lignina, lo que lo hace aparecer como con un tallo débil, pero a la vez brinda buena cantidad de grano y más azúcares que otras variedades”, detalló. Es un sorgo de ciclo corto, que se da mejor en el sur bonaerense, en zonas como Ayacucho, Tandil y toda la cuenca tambera, que llega con grano más pastoso a la cosecha: “Si se pasa de la época de cosecha queda duro y viaja entero por el tracto”, advirtió, para que todos tengan en cuenta los tiempos de maduración. También agregó que “no es para enrollar, hay que picarlo”.
“Los graníferos de ciclo corto como éste son para cosechar a los 110 días porque llega mejor a las primeras heladas de mayo, como temprano puede ser entre 100 y 102, pero nunca a los 90 porque baja muchísimo el rendimiento y todos saben que ciclo y rendimiento nunca van de la mano”, advirtió, y dijo que es un sorgo ideal para hacer entre dos sojas en climas como el de Bolivia, donde Argenetics tiene un buen mercado.
El siguiente análisis fue sobre un sorgo híbrido silero denominado Argensil 163 D, que tiene como ventaja el poseer más materia verde para el picado en silaje. “Es un sorgo con alto contenido de azúcares en el tallo, lo que no importa tanto para el silaje porque se consume en la descomposición. “Es un sorgo ideal para hacer bioetanol, en Tucumán está reemplazando en muchas producciones a la caña de azúcar porque es un cultivo anual”, contó el ingeniero, quien también lo recomendó “para los rodeos de cría porque difiere los azúcares”.
El rebrote, que es una de las cualidades del sorgo y que se da en todas sus variedades, requiere de dos cuidados: “Hay que disecarlo como cobertura para que no se lo lleve el agua; y ojo con el ácido cianhídrico cuando vean que crece demasiado lindo, en ese caso no hay que tirárselo a los animales porque los van a tener patas para arriba en tres días. Eso pasó en un campo del litoral hace poco tiempo y las pérdidas fueron enormes”.
Finalmente se refirió al último ensayo, que se hizo con el sorgo híbrido forrajero Argenfor 180 FS, una variedad de ciclo más largo y fotosensitivo. “Tiene como característica no panojar hasta mediados de mayo”, amplió Bienzobas, quien lo calificó como “ideal para la henificación y el pastoreo porque es de rápido rebrote. Su falta de lignina, si bien lo hace aparecer como flojo de tallo, le da buena digestibilidad. “Con buena humedad y temperatura se han logrado hasta cuatro cortes en siembras tempranas, que se pueden usar para rollos y pastoreo”, finalizó el especialista cuando caía la tarde y todos los que se acercaron a La Lucre comenzaron a irse con la certeza de haber aprendido algo más sobre un cultivo que no tiene la prensa de otros, pero es del agrado de los rodeos bovinos, de los suelos y de algunas agroindustrias en fuerte expansión.
Fuente: El Diario de La República