La crisis lechera

El robot tambero que está en "stand by" porque le vendieron el corazón

La familia Brito en Río Cuarto, Córdoba, vendieron las vacas en ordeñe para mantenerse por el mal momento lechero. Se dieron tiempo, a ver si clarea el panorama.

Pablo LosadaRedacción
15 de Julio de 2018

Apesadumbrado, Martín Brito se refiere a su presente. Habla enérgicamente, antes de las preguntas. Hace catarsis. Son lógicas sus emociones porque es productor lechero y está viviendo tiempos difíciles. Los de la lechería, en general, que hablan que desaparece un tambo cada veinte horas. El de él es uno de ellos, al menos por ahora.

El mal momento dejó a la empresa familiar de los Brito, Martín y su hermano, sin salida. Por eso, tomaron una decisión drástica y, estratégica, al mismo tiempo.

Mientras cerraban su tambo con ordeñe tradicional en la zona de Río Cuarto, en un campo alquilado de 1,4 hectáreas, vendió 160 vacas, de varias categorías, entre ellas las de ordeña y las que estaban prontas a parir. Solo conservó 90 vaquillonas chicas que están creciendo para inseminar. Así buscó darse un tiempo prudencial (unos nueve meses) mientras espera una recomposición parcial de la lechería.

A los Brito les quedó un sabor amargo, ese que saborean los pioneros.

De esta forma, se están jugando su último cartucho. Con parte de lo recaudado con la venta de las hembras aspiran a terminar con la instalación de su tambo robotizado (con dos robots de ordeñe) en pequeña escala en un campo propio, y una fábrica de quesos chicas, de la cual ya tiene todas las máquinas compradas desde hace dos años y medio. Esta fue la mejor manera de mantenerse pensando en su "segundo semestre", aunque con esta inevitable decisión desandaron parte del camino que ya habían recorrido.

Los Brito. Desde la izquierda, Martín, su padre y su hermano. Su padre los apoya económicamente para salir adelante y porque confía en el proyecto de sus hijos. 

"Cuando cierra un tambo es lamentable. Más en nuestro caso que hace diez años que venimos trabajando en esto y los primeros dos solo invertimos", reflexiona Brito, en diálogo con Revista Chacra. A lo que agrega, "la verdad es que como asesor lechero no puedo trabajar a subnutrir a las recrías y a las vacas porque no tengo comida o tengo que racionarla. Claramente, comprometo el futuro y la producción actual. Entonces, ¿qué hicimos? Tenemos que dejar de ordeñar porque al ritmo que íbamos perdíamos 150.000 a 200.000 pesos por meses", dice, refiriéndose a la decisión que tomó junto con su hermano, quien se encarga de las finanzas y Martín de la producción.

Brito tiene sentimientos contrariados. "Lo más gracioso es que a nivel provincial nos tienen como referentes en lechería. Cada vez que llega un funcionario nacional a la provincia nos llaman. Hace poco vino al campo Esteban Bullrich -senador nacional por la provincia de Buenos Aires-. Mi hermano le pidió un crédito para poder volver a funcionar y contratar gente. Es lo que necesitamos y no obtenemos", se lamenta, mientras que reconoce los riesgoso que es encarar un proyecto de esta magnitud con las reglas de juego en este país.

En su nuevo tambo sobre superficie propia, de 1,2 hectáreas, tendrán -si todo sale bien- 320 vacas en ordeñe, más los robots, la fábrica de quesos y todas las instalaciones para la recuperación del bosteo a través de "Bioeléctrica" (Bio4) para generar energía. Por el momento, cuando termine la fábrica de quesos comprará leche a sus vecinos para empezar a trabajar.

Con los idas y vueltas de los últimos días, Brito sostiene, a modo de conclusión: "Al productor lechero deberían respetarlo más y la lechería debería estar entre las cinco prioridades del Presidente". 

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