Granos de trigos biofortificados
Investigadores del INTA estudian los mecanismos génicos con el fin de desarrollar estrategias que permitan incrementar su poder alimenticio.
Las últimas décadas se han caracterizado por grandes avances científicos en el mejoramiento de plantas y en la producción agropecuaria. Pese a ello, la escasez de alimentos persiste. Según FAO, 800 millones de personas en el mundo se encuentran desnutridas, principalmente en los países en desarrollo. A su vez, se estima que para el 2050 la producción de alimentos debe incrementarse en un 60% debido a que la población mundial alcanzará los 9 mil millones de habitantes.
"Además de la desnutrición, la malnutrición también prevalece y más de la mitad de la población sufre algún tipo de carencia de micronutrientes", expresó el Dr. Facundo Tabbita, investigador del Grupo Trigo del Instituto de Recursos Biológicos y docente de la Facultad de Agronomía de UBA. Solo la deficiencia de hierro afecta a 2.7 mil millones de personas en el mundo y se estima que 161 millones de niños menores de 5 años son afectados por la malnutrición crónica. "Todas estas falencias son responsables directas de mayores tasas de mortalidad, anemia y alteraciones físicas y neuronales durante el desarrollo humano", subrayó.
En este contexto el trigo provee el 20% de las calorías y el 25% de las proteínas consumidas diariamente a nivel mundial siendo también una fuente de micronutrientes tales como hierro y zinc. En consecuencia, "cualquier mejoramiento nutricional que pueda llevarse a cabo en este cereal puede tener un gran impacto en la dieta a nivel global".
Una de las estrategias actualmente utilizadas para incrementar la calidad nutricional en trigo es la incorporación de genes favorables provenientes de especies emparentadas. El investigador ejemplificó el caso del gen GPC-B1; este gen proveniente de una especie silvestre (Triticum turgidum var. dicoccoides originada en Israel), permanece al presente como la única fuente de variabilidad disponible para incrementar el contenido de nutrientes en el grano. Atentos a este escenario, Tabbita junto a la Lic. Silvina Lewis, actual directora del Instituto de Recursos Biológicos del INTA incorporaron mediante cruzamientos dirigidos y marcadores moleculares el gen GPC-B1 en cuatro variedades desarrolladas por la institución, logrando incrementar su calidad nutricional a través de un aumento en el contenido de proteínas y algunos micronutrientes en el grano.
Tabbita enfatizó la utilidad y beneficios de la incorporación de este gen en los programas de mejoramiento: "la introgresión de GPC-B1 en cultivares modernos permite obtener cultivares más nutritivos mediante técnicas de mejoramiento simples y sobre todo no transgénicas".
(Más información en revista impresa de Chacra, mayo 2017)