Se agranda la brecha entre productores y consumidores
Entre el campo y la góndola, los valores, en promedio, se septuplican. Pero llegan a aumentar hasta 20 veces en algunos casos.
“Cuando mi abuelo llegó del País Vasco, venía con lo puesto. De la nada creó este tambo que trabaja sin parar desde hace siete décadas, porque para esta actividad no hay domingos, ni feriados, ni vacaciones. Entonces yo no lo puedo abandonar, ¿se da cuenta?. Pero ganas no me faltan. Ni a mi, ni a ningún tambero de la zona, porque hoy este trabajo, que demanda tanto esfuerzo, no deja nada más que dolores de cabeza. Cualquier quiosco de La Plata ofrece una mayor rentabilidad”, dice Gustavo Morini, tambero de Brandsen. Su caso no es diferente al de los 55 tamberos de esa zona cuya rentabilidad no para de caer desde el año pasado.
El litro de leche, que en mayo de 2015 vendían a la industria a un precio de 3,20 pesos, hoy se lo pagan 2.70, aunque en el camino les aumentaron todos los insumos. Pero lo que más preocupa a los tamberos es que, mientras el precio que ellos reciben no para de caer, el precio de la leche al consumidor aumenta. Y actualmente alcanza una brecha que todos coinciden en calificar de histórica: mientras el productor recibe 2,70 por cada litro de leche, el consumidor la compra, en la góndola del almacén o supermercado, a 16 pesos.
“En el camino hay 13 pesos que nadie sabe dónde van a parar. Hay un enorme desequilibrio entre la rentabilidad que obtienen los distintos eslabones de la cadena de comercialización. Y en ese contexto, el productor no sólo recibe cada vez menos, sino que no tiene ninguna injerencia en la formación del precio y cuando entrega la leche no sabe cuánto va a cobrar por ella”, dice Norberto Mulder, productor y gerente de Control Lechero de Brandsen, entidad que nuclea a los tamberos.
Como consecuencia de esta situación, que se extiende y se profundiza, en los tambos de la zona comienza a notarse la desinversión y hasta la descapitalización.
“Las instalaciones de nuestro tambo están quedando obsoletas, porque no podemos hacer las innovaciones necesarias. Y hay productores que tienen que vender como carne las terneras que estaban preparando para el tambo”, dice Alejandra Espinosa, propietaria de otro tambo. Los tamberos preparan una movilización reclamando la intervención del Estado para equilibrar el reparto de las ganancia en la cadena de comercialización de la leche y que se les garantice un precio de alrededor de 5 pesos por litro para asegurar una rentabilidad mínima y poder afrontar las deudas derivadas de un año en que distintos factores agravaron dramáticamente su situación: entre ellos, la devaluación del peso frente al dólar y la quita de las retenciones a los granos, que aumentó el precio del alimento de sus vacas.
La situación de los lecheros ilustra una tendencia que crece: el aumento de la brecha que separa a los precios que reciben los productores y el que pagan los consumidores.
Según explica en diálogo con este diario Raúl Robin, presidente de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) , hasta tal punto este factor se convirtió en preocupante en los últimos meses, que desde octubre de 2015 comenzaron a elaborar un indice para medir la magnitud de esa brecha. En la última medición difundida, correspondiente al mes de enero, el promedio de los precios se multiplicó siete veces entre el productor y la góndola. En los casos más extremos, como el de la pera, llegó a multiplicarse 20 veces. Y la brecha general para una muestra considerada de 23 productos de origen animal y vegetal se incrementó 1,4% con relación a la última medición, realizada en el mes de diciembre.
Para Robin, hay una cosa que está muy clara: “en la cadena de formación de precios, los dos eslabones más vulnerables hoy, son los extremos: el productor y el consumidor final. Y quisimos empezar a elaborar este índice para que se sepa que en los aumentos de precios el productor no tiene nada que ver: en la mayoría de los casos entrega sus producciones sin saber cuánto va a cobrar por ellas”, sostiene.
Para Robin, el dato es preocupante a la luz de una comparación: en el mundo, en promedio, el precio entre el productor y la góndola, se cuadruplica. Y son muchos los países que instrumentan políticas para garantizar a los productores una rentabilidad mínima que asegure la continuidad de la producción.
“En nuestro país esto no pasa, aunque existen todas las herramientas legales como para que haya un control sobre los desequilibrios en la formación de precios”, dice Robin.
Los datos del índice elaborado por CAME (Indice de Precios en Origen y Destino o IPOD) muestran que cuando se agrupan los productos por origen, “se observa claramente cómo las mayores distorsiones de la cadena ocurren con los productos de procedencia vegetal”.
Esa situación es bien conocida, por caso, por los productores del cordón hortícola platense. En el mes de febrero los precios recibidos por los productores de tomate en puerta de tranquera fueron un 800% inferiores a los que los consumidores finales pagaron por el mismo producto en el comercio minorista y en las góndolas de los supermercados (ver aparte).
A la hora de analizar las razones que inciden en una brecha que es grande y no para de crecer, los especialistas de CAME hablan de una multiplicidad de factores.
“Si bien claramente hay productos que tienen estacionalidades en determinados meses del año, la situación en la Argentina va mucho más allá de ese factor. Hay problemas más estructurales que explican porqué lo que paga el público multiplica tantas veces el costo que tienen, por ejemplo, las frutas y verduras en el campo. Desde los altos costos de fletes y logística, la elevada carga fiscal, hasta los abusos de muchos intermediarios , que explican la evolución irracional que en muchas ocasiones tienen los valores”, afirma Robin.
En este sentido, uno de los elementos consignados por los productores es el elevado coste de los fletes en el país, si se lo compara con otras naciones donde hay alternativas al transporte terrestre.
“El transporte ferroviario de mercaderías abarata en un 50% los costos en concepto de flete con relación al camión y el transporte fluvial representa un tercio del costo del transporte terrestre. Sin embargo, el productor argentino no cuenta con ninguna de esas dos opciones”, sostiene.
Otro factor que considera importante es “la voracidad fiscal de un Estado que en muchos casos obtiene rentabilidades más altas que las logradas por los propios productores”.
Y también le apunta a las grades cadenas de supermercados, “que aprovechan que nadie controla”.
“BRECHA DISPARATADA”
Desde la entidad de defensa del consumidores “Consumidores Libres”, su presidente, Héctor Polino, habla lisa y llanamente de “una brecha disparatada”, cuyos desequilibiros atribuye a “los intermediarios, la industria y las grandes cadenas de supermercados”.
Polino dice que mientras en Europa y Estados Unidos la remarcación en grandes cadenas supermercados oscila entre el 7 y el 9% , “en la Argentina entre el precio que se paga al productor y el que paga el consumidor final puede haber diferencias de entre el 40 y el 250%”.
Polino consideró que “en nuestro país los dos extremos de la cadena son los más perjudicados” y opino que “tiene que haber un control del Estado para que haya equilibrio”.
También recordó que en 2014 se aprobó una ley de creación del Observatorio de Precios, por la cual funcionarios junto con representantes de organismos de defensa del consumidor podían estudiar las cadenas de comercialización para determinar en cuál eslabón se produce la distorsión.
“Esa ley nunca se puso en funcionamiento. Fue aprobada y reglamentada y sólo falta ponerla en práctica. Pero no se hace”, dijo el dirigente a este diario.
Fuente: El Día de La Plata