Rotación, la clave contra enfermedades en soja
Un estudio demostró que la alternancia de cultivos permite reducir el daño por hongos patógenos que causan enfermedades de fin de ciclo en la oleaginosa.
En nuestro país, un gran porcentaje de la soja se produce como monocultivo bajo siembra directa (SD). Aunque la SD preserva los suelos de la degradación, la acumulación de rastrojos genera un ambiente favorable para la supervivencia de hongos que afectan el follaje del cultivo en sus etapas finales.
A través de un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) realizado en Pergamino, se pudo demostrar que la rotación de cultivos redujo hasta un 48% la defoliación por enfermedades de fin de ciclo, en comparación con el monocultivo. Además, la alternancia de cultivos también mejoró la "sanidad" del suelo.
Cecilia Smirnoff, docente de la cátedra de Fitopatología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), sostuvo: "estudiamos dos enfermedades conocidas como ?de fin de ciclo' (EFC): la mancha marrón, causada por Septoria glycines, y el tizón morado de la hoja, causado por Cercospora kikuchii. Estas enfermedades pueden infectar el cultivo en etapas tempranas, pero recién causan la caída anticipada de las hojas en las etapas finales. Por eso, muchos productores aplican fungicidas de forma preventiva".
En este marco, Smirnoff comparó lotes manejados bajo monocultivo de soja con otros donde se practicaba la rotación de cultivos; en ambos casos, bajo siembra directa.
"Estudiamos dos campañas agrícolas y vimos que la severidad del ataque -es decir, la proporción promedio de tejido foliar dañado- en el caso de la mancha marrón fue hasta un 45% más alta en monocultivo que en los lotes bajo rotación. Por su parte, la severidad del tizón morado de la hoja en monocultivo superó en un 18% a la registrada bajo rotación", puntualizó Smirnoff.
Además, la investigadora se refirió a la caída de hojas que produjeron las enfermedades de fin de ciclo. "Los valores más altos de defoliación se relacionaron siempre con el monocultivo, alcanzando en una de las dos campañas hasta el 90% de pérdida de hojas".
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En relación con esos resultados, la docente aclaró que en rotación aumenta la duración del período de barbecho y se mineraliza una mayor cantidad de rastrojos, con lo cual disminuye la fuente de inóculo de ambos patógenos. Así, aun con condiciones climáticas favorables para el desarrollo de las EFC, su incidencia se reduce al mínimo.
Según la especialista, la calidad y la cantidad de los restos vegetales propios de las rotaciones promueven el crecimiento de microorganismos capaces de controlar patógenos, y esta sería una de las causas de la mayor supresividad de estos suelos.
Fuente: Sobre la Tierra